miércoles, 2 de enero de 2013

Teoría del Desarrollo Capitalista. Sweezy

                        Teoría del Desarrollo Capitalista



Sweezy analiza en la Introducción algunas de las definiciones generalmente más aceptadas como por ejemplo :

-La economía estudia “el campo de la producción y distribución de mercancías y servicios que la gente necesita y desea.”
-La ciencia económica trata “las relaciones interpersonales de la producción y distribución.”
-Se entiende por sistema económico una “serie de relaciones interdependientes aunque conceptualmente discretas entre hombres y bienes económicos.”

-Según el profesor Robbins ”la economía se relaciona con el estudio de las causas del bienestar material.”

En cuanto a ésta última definición, Sweezy se refiere a la cita en la que el profesor Robbins trata sobre la conducta del conocido y solitario náufrago Robbinson Crusoe. Se basa en la conducta de éste individuo para asegurar que la “ciencia económica estudia la conducta humana como una relación entre medios y fines limitados con una diversa aplicación.” De ésta forma Robbins generaliza la teoría del valor haciéndola tan aplicable a un individuo aislado como a una sociedad comunista.

Las relaciones sociales quedan por tanto para Robbins como algo no esencial, sino accidental, despojándose el contenido social de la ciencia económica.
Así para Sweezy, algunos conceptos quedan vacíos de su contenido esencial al ser despojados de su dimensión social. Por ejemplo si el autor entiende el concepto “salario” como “las cantidades de dinero pagadas a intervalos cortos, por un patrono a sus obreros asalariados”, según él, la ciencia económica moderna entendería este concepto como “el producto expresado en valor o en términos físicos que es imputable a la actividad humana empeñada en un proceso productivo general.”

Lo que se deriva por lo tanto de la visión de Robbins es un teorema de la productividad enteramente vacío del contenido social, donde el valor del trabajo es enteramente dado por la productividad: “una vez adoptado este punto de vista es extraordinariamente difícil, aún para el más prudente, evitar deslizarse bajo el hábito de considerar “el salario de productividad como, en cierto sentido, el salario razonable, es decir, el ingreso que el obrero percibiría bajo un orden económico equitativo y justo”.


CAPÍTULO I. EL MÉTODO DE MARX


Las principales contribuciones de Marx a la ciencia económica versan sobre la metodología. Uno de los mayores estudiosos de Marx, el profesor Lukacs, asegura que Marx era un resuelto partidario del método abstracto-deductivo.

Su método se basaba en las “aproximaciones sucesivas” que conseguía “avanzar desde lo más abstracto hasta lo más concreto, eliminando suposiciones simplificantes.”
La abstracción es por sí misma incapaz de rendir conocimiento; según Hegel, en el “proceso del entendimiento científico, es de gran importancia distinguir y poner de relieve lo esencial en contraste con lo llamado no esencial”. Pero, Sweezy se pregunta: ¿Cómo distinguir lo esencial de lo no esencial?

Pues bien, para el autor, se debe “formular una hipótesis sobre lo que es esencial, profundizar en ella y por último comprobar las conclusiones con los datos de la experiencia.”

Para Marx, el método heredado de Hegel de la Dialéctica es imprescindible para comprender su teoría política. Según éste método, el desarrollo se alcanza mediante el conflicto entre dos fuerzas opuestas y contradictorias, que son resultado una de la otra.
Para Marx , la “suma total de las relaciones de producción, constituye la estructura económica de la sociedad, que constituye la base sobre la que se levanta la superestructura política y social.
Cuando las fuerzas materiales de producción entran en conflicto con las relaciones de producción existentes, se inicia un proceso de revolución social. Así Karl Marx descubrió lo que él llamó “conflictos de clase” y se interesó por la “distribución de los productos de la tierra” y por la “propiedad de la tierra”.
El método de Marx, incluía una crítica a la sociedad burguesa, desde la perspectiva obrera y asalariada, y concluía que el capitalismo generaría cada vez mayor propiedades en manos de menos personas muy ricas, a los que se les opondrían grandes masas de proletarios empobrecidos. Esto finalmente no ocurrió, sino que se impusieron las teorías revisionistas del socialismo de Bernstein, antirrevolucionario, y partidario de una evolución a un “capitalismo social” en el que los trabajadores asalariados irían conquistando cuotas de poder de forma que nunca llegase a darse la revolución tan esperada por Marx.

Asimismo, el análisis de Marx toca de cerca todo lo relacionado con “las mercancías”.
Ya en la 1ª parte de su tomo “el capital” Marx reflexiona sobre lo que significa el dinero, y a la relación capital-trabajo. En sus escritos existe un alto nivel de abstracción por lo que algunos análisis simplificadores hechos por Marx no son susceptibles de aplicarse a la práctica. Es el caso de la tan discutida “ley de la miseria creciente del proletariado”, de la que los antimarxistas han hecho su punta de lanza diciendo que es algo completamente irreal ya que a medida que ha pasado el tiempo, se ha demostrado que las clases medias han crecido en su nivel de bienestar a diferencia de lo que Marx predecía.

Pero Marx ya preveía que algunas de sus teorías no se cumpliesen en la práctica, avisando de ello en los propios capítulos. Años más tarde tras la muerte de este autor, sería Engels quien se encargaría de compilar y retocar aspectos mas concretos de la teoría de Marx en los tomos 2 y 3 de “El Capital”.

Según Sweezy, la mayoría de las gentes dan por supuesto el capitalismo, como dan por supuesto “el propio sistema solar”, y no entienden que la vida ha existido en otros tiempos, fuera de el sistema en el que nos encontramos actualmente. Parece que hablar de anticapitalismo es hablar de catastrofismo, siendo criticable todo aquel que sea capaz de salir de su sistema contemporáneo, compararlo con otros sistemas de organización humana históricos, y criticar el sistema actual en su conjunto.

Para Sweezy una postura crítica con el capitalismo no es solamente intelectualmente posible, sino también moralmente significativa, como “no lo sería por ejemplo una postura crítica ante el sistema solar”.


CAPITULO II. EL PROBLEMA DEL VALOR CUANTITATIVO



Este capítulo comienza con la definición recogida en “El Capital” de mercancía de la que Marx dice que es todo lo que se produce para el cambio más bien que para uso del productor. Por ello, continúa, el estudio de la relación económica del cambio, es la que se ocupa del estudio de dichas mercancías.

Si nos centramos en el problema del cambio, tenemos que ya Adam Smith, lo relaciona con la división del trabajo, que para él es la causa del aumento de la productividad, que, a su vez, es la base de la economía humana. La vida económica, según este autor, está asentada en la propia naturaleza humana. Smith apoya que la ciencia económica es la ciencia de la producción de mercancías, que tiene un carácter meramente cuantitativo.

Si volvemos a Marx, tenemos que contradecir lo apoyado por Smith. Para el primero, existe un vínculo entre la producción de mercancías y la división del trabajo, pero no es para nada una relación tan estricta como la que describe Smith. Para el autor de “El Capital”, el sistema de producción de mercancías no es, en ningún caso, una forma natural y universal de desarrollar la vida económica, sino una de tantas maneras posibles en que puede expresarse la vida económica. Por tanto, tenemos que las relaciones cuantitativas y económicas que para Smith eran tan importantes, para Marx no van a ser suficientes, poniendo acento, asimismo en las relaciones sociales que se desarrollan con el intercambio de mercancías. Por ello, existe una atención dirigida hacia las formas cualitativas de economía política. Aquí es donde encontramos la verdadera novedad de la teoría de Marx, en la que se entronca por primera vez lo que Petry denomina el problema del valor cuantitativo y el problema del valor cualitativo en un todo.


Volviendo de nuevo a la cuestión de las mercancías, este capítulo nos explica más detenidamente el valor cualitativo de las mismas. Se diferencia entre el valor de uso y el valor de cambio. Respecto al valor de uso podemos decir que es una constante histórica, pero dependiendo de la época y el objeto es un significado que varía. El valor de uso de una mercancía es inherente al ser humano, independientemente de la sociedad que habite. En este sentido, podemos entender que el valor de uso es la relación que se establece entre el consumidor y la mercancía. Es el objeto de utilidad otorgado a la mercancía. Para la economía política moderna que ha dejado de lado las relaciones sociales este valor de uso no es objeto de estudio. Es, principalmente, donde encontramos la diferencia entre la economía ortodoxa y la marxista, que si presta atención al valor de uso. En cuanto al valor de cambio, podemos decir que está asentado en la relación cuantitativa de las mercancías. Sin embargo, posee una dimensión social que debe ser desenmascarada en el estudio económico y es la relación social entre los propietarios de las mercancías. Todo productor trabaja, a su vez, para el resto de productores, por tanto dicho trabajo posee una función social en sí mismo. Si unimos estos dos valores obtenemos lo que definimos como mercancía.

Si relacionamos los dos tipos de valores con el trabajo tenemos que éste también posee dos dimensiones en cuanto a valor de uso (trabajo útil) y otro al valor de la mercancía que produce (trabajo abstracto). Para Marx, esta última dimensión que se refiere al trabajo abstracto, es crucial, puesto que lo equipara al “trabajo en general”, que es común a toda actividad humana. Este calificativo de “general” para Lukacs es un rasgo distintivo del capitalismo, donde las unidades de trabajo son equiparables y medibles entre sí. Para el capitalismo, lo importante es el trabajo para crear riqueza en general, desligando esta producción con el individuo. Como nos dice Sweezy ;: “[...] una suma de fuerza de trabajo social que es susceptible de transferencia de un uso a otro de acuerdo con la necesidad social, y de cuya magnitud y desarrollo depende en última instancia la capacidad productora de riqueza de la sociedad. [...]”. El trabajo abstracto es por lo que entendemos la esencia del valor. Además, la mercancía tiene un punto en común con todas las mercancías y es que absorbe una parte del total de ese trabajo abstracto total del que dispone la sociedad.

Para terminar con este segundo capítulo tenemos que destacar “el carácter fetichista de las mercancías” que tiene su origen, según Marx, en el carácter social peculiar del trabajo que produce mercancías. La materialización de las relaciones sociales en la producción es el tronco de dicho “fetichismo”. Cada productor trata a través del mercado con el resto de productores y trabajadores. Los términos utilizados son cantidades, por tanto, se reduce a escala de “instrumento” a las personas. Por tanto, hablamos de un mercado impersonal. Esta situación ha generado un pensamiento tradicional en el que se concibe que la materialización de las relaciones en el mercado es, en cierta forma, natural e inevitable. Sweezy remarca que, por este motivo, “el mundo de las mercancías aparece como un mundo de iguales”, sin embargo, no tarda en poner contrapunto a esta afirmación, recalcando que es tan sólo una apariencia. Dice del pensamiento de las formas capitalistas, consideradas como naturales y eternas, que soportan el orden existente y lo mantienen. Pero para desenmascarar las verdaderas relaciones subyacentes que se dan en este sistema productivo es necesario un análisis crítico.

CAPITULO III. EL PROBLEMA DEL VALOR CUANTITATIVO


La teoría del valor cuantitativo, tema central del tercer capítulo, está íntimamente relacionada con el valor de cambio que el autor define como “un aspecto de las leyes que gobiernan la asignación de la actividad productiva en una sociedad productora de mercancías” . Como una primera aproximación a este aspecto de dichas leyes, podemos decir que el valor de las mercancías se determina por el tiempo de trabajo socialmente necesario para su producción. A su vez, este tiempo se define como “el que se requiere para producir un artículo en las condiciones normales de la producción y con el grado medio de habilidad e intensidad comunes en un momento dado” . En esta primera aproximación, poco importa el valor de uso de la mercancía producida. También, el trabajo cualificado es considerado trabajo simple intensificado o multiplicado, al menos en lo que a la teoría se refiere.

El papel de la competencia es fundamental para entender la viabilidad de esa teoría del valor de cambio. Sweezy habla de los cazadores de ciervos y castores en la explicación de Adam Smith de la competencia, aclarando que para que exista competencia es necesario que los cazadores tengan “el deseo y la posibilidad de competir libremente por cualesquiera ventajas que puedan presentarse en el curso del cambio, transfiriendo su trabajo de una línea de producción a otra” . Es entonces cuando la oferta y la demanda lograrían un equilibrio, determinando un precio de mercado idéntico al valor de cambio, y éste último sería proporcional al tiempo de trabajo requerido para la producción de la mercancía. Es decir, la teoría de la oferta y la demanda no es en absoluto contraria a la del valor de cambio.

Sweezy dedica una parte del capítulo a la demanda del consumidor, siendo el aparente olvido de Marx de este aspecto uno de los argumentos de sus críticos. Sin embargo, Marx parece haber sido plenamente consciente de la importancia de la demanda en la asignación del trabajo social, i.e. la distribución del trabajo, las cantidades de ciervos y de castores cazados. Eso sí, es cierto que Marx no dedica mucho tiempo a la cuestión de la demanda, y eso se debe a dos razones. En primer lugar, porque “la ‘demanda social’, en otras palabras, la que regula el principio de la demanda, está esencialmente condicionada por las relaciones mutuas de las distintas clases económicas y sus posiciones económicas relativas” , es decir la clase social y el poder adquisitivo determinan en gran medida la demanda. Este argumento, como el autor aclara más tarde, ha sido afirmado por economistas ortodoxos como Schumpeter y por algunos analistas modernos del ciclo económico, como los keynesianos. En segundo lugar, Sweezy menciona el interés principal de Marx por el cambio social y por eso cualquier variable que se mantiene estable a menos que otra la impulsa a cambiar no le interesa. Al fin y al cabo, para Marx “no es la conciencia de los hombres la que determina su existencia” sino todo lo contrario.

A continuación Sweezy habla de la contraposición de la ley del valor y el principio de planeación. La primera, como hemos visto, entrelaza la productividad y la demanda social determinada por los ingresos con la oferta y la demanda en el mercado. La ley del valor llega así a regular las proporciones de cambio de las mercancías, las cantidades de mercancías producidas, así como la asignación de la fuerza de trabajo. Todo esto se desarrolla teóricamente en el ámbito de la producción simple, para luego ser adaptado a la producción capitalista. Es decir, con la ley del valor de cambio Marx introduce cierto orden en el aparente caos y arbitrariedad que reinan en el sistema capitalista.

Lo mismo hace el principio de planeación, aunque sea en total conflicto con la ley del valor. Al controlar conscientemente la asignación de la fuerza de trabajo y también la cantidad de la producción, la economía política socialista se opone directamente a la capitalista, basada en el valor.

Sweezy también menciona brevemente la íntima relación entre el valor y el precio de producción, entendido como una modificación del valor derivada del mismo y no opuesta a él, como muchos críticos de Marx han argumentado.

Por último, el autor habla de la contradicción entre la ley del valor y una situación de monopolio, ya que esta última introduce cambios en la demanda, el precio (que se separa del valor), y la asignación del trabajo. Eso sí, si el monopolio provoca cambios sustanciales en las relaciones de valor cuantitativo, no ocurre lo mismo con las relaciones de valor cualitativo que se mantienen estables.

CAPITULO IV. PLUSVALÍA Y CAPITALISMO.

Este capítulo comienza con la advertencia de no confundir el capitalismo con la producción de mercancías, aunque el primero implique la segunda, como hemos visto. En la producción simple de mercancías el productor posee y trabaja con sus medios de producción, mientras que en el capitalismo los propietarios son un conjunto de individuos y los trabajadores otro son otro grupo. Tanto medios de producción como fuerza de trabajo son mercancías, esto es, objetos de cambio y, así, valores de cambio.

La compra y la venta de la fuerza de trabajo es la característica distintiva del capitalismo, entendida por Marx como “una nueva época en el proceso de producción social” .

Sweezy nos explica mediante el desarrollo del modelo D-M- D´ el origen de lo que Marx entiende por plusvalía. En este modelo la primera cantidad de dinero, es decir, el desembolso, se convierte en una segunda cantidad que ha incrementado su valor. Este incremento lo consigue el capitalista con la introducción de fuerza de trabajo y medios de producción. A la diferencia entre la primera D y la segunda es la plusvalía, el ingreso con el que se queda el propio capitalista, que, destaca, posee una conciencia y una voluntad .

Encontramos que la fuerza de trabajo es el propio trabajador que “se vende” por un periodo de tiempo determinado. La fuerza de trabajo es una mercancía, por lo que posee, un valor al igual que las demás, determinado a su vez, por el tiempo de trabajo necesario para la producción. Se reduce, en último término, al valor de ciertas mercancías ordinarias.

Pero dónde tiene su origen esa plusvalía más concretamente. En el texto se plantea que la plusvalía no surge del simple proceso de circulación de mercancías, ni tampoco de los materiales insertados o los edificios usados en el proceso productivo. Entonces podemos vislumbrar que la plusvalía tendrá su origen en la fuerza de trabajo. Mediante el análisis llegamos a la diferenciación entre trabajo necesario y excedente , la diferencia entre uno y otro es adquirida por el capitalista. El trabajo necesario es pagado mediante el salario, mientras que el excedente es lo que entendemos por la plusvalía. Ésta última, es específica del sistema capitalista.
En la última parte del capítulo se tratan los componentes del valor de las mercancías en el capitalismo. Tenemos que el valor total está formado por:

• El valor de los materiales y la maquinaria usados = capital constante.
• El valor de la fuerza de trabajo = capital variable.
• La plusvalía.

De este sumatorio que forma el valor total podemos decir que es la base analítica de la teoría de Marx y que podemos deducir de ella varías proporciones, tales como, la tasa de la plusvalía y la de explotación, la primera aplicada al sistema capitalista y la segunda podemos aplicarla a todas las sociedades de explotación.
A su vez podemos decir que la tasa de plusvalía está determinada por tres factores:
1. duración de la jornada de trabajo.
2. cantidad de mercancías del salario real.
3. productividad del trabajo.

La plusvalía puede ser de dos tipos: absoluta, cuando depende de una aumento de la jornada laboral y/o relativa, si depende de una disminución del salario real o de un incremento de productividad.

Por último, se discute la importancia de la suposición que Marx hace sobre la tasa de plusvalía a la que considera igual en todas las ramas de la industria y dentro de cada rama en cada empresa. Sweezy nos muestra el bache metodológico que esto implica y la deficiencia de esta suposición para explicar la realidad. Asimismo nos da algunas nociones sobre la composición orgánica del capital formada por:


Tasa de los salarios reales.
Productividad del trabajo.
Nivel común de la técnica.
Amplitud de la acumulación de capital en el pasado.
 

Así como de la tasa de la ganancia, que es determinante para el propio capitalista, puesto que es la proporción de plusvalía que percibirá de un determinado desembolso total de capital. Por último, podemos decir que la tasa de ganancia depende directamente de la tasa de plusvalía y la composición orgánica del capital. Nos plantea, de nuevo, ciertas limitaciones del método de Marx, citando a su principal crítico de la estructura teórica marxista: Bortkiewicz.

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